ABRASIVOS

En un gran número y diversidad de procesos industriales y artesanos se requieren abrasivos, sustancias de elevada dureza que actúan sobre las superficies de otros materiales menos duros para producir un desgaste en su superficie a partir de un esfuerzo mecánico. El proceso de abrasión se aplica para producir la forma final del material o mejorar su acabado mediante diferentes técnicas, como el pulido, el brillado, el amolado y el lapeado, según sea requerido. Estas sustancias pueden ser líquidas, en polvo, mixtas o aglutinadas con aleaciones metálicas, resinas sintéticas o bien, estar montadas en superficies rígidas o flexibles para producir movimientos oscilantes y giratorios.

Descripción

En un gran número y diversidad de procesos industriales y artesanos se requieren abrasivos, sustancias de elevada dureza que actúan sobre las superficies de otros materiales menos duros para producir un desgaste en su superficie a partir de un esfuerzo mecánico. El proceso de abrasión se aplica para producir la forma final del material o mejorar su acabado mediante diferentes técnicas, como el pulido, el brillado, el amolado y el lapeado, según sea requerido. Estas sustancias pueden ser líquidas, en polvo, mixtas o aglutinadas con aleaciones metálicas, resinas sintéticas o bien, estar montadas en superficies rígidas o flexibles para producir movimientos oscilantes y giratorios.

Un material abrasivo presenta una alta dureza, la que le permite desgastar otros materiales de estructura menos dura a través de una acción mecánica. Es la dureza la propiedad más importante que debe tener un abrasivo y esta se define como la oposición o resistencia que presenta a sufrir alteraciones como abrasión, rayado y penetración, entre otras, por otro material. La dureza se mide utilizando diferentes escalas. La escala de Mohs es utilizada para ordenar diez minerales diferentes según su nivel de dureza, siendo el más duro el diamante, seguido del carburo de silicio, del óxido de aluminio, el esmeril y el granate hasta llegar al talco, que tiene una dureza nivel cero.

Se identifican dos tipos de materiales abrasivos, los naturales y los sintéticos, con propiedades específicas que los hacen más o menos adecuados para determinadas aplicaciones. Los materiales naturales, como su nombre lo indica, se extraen de la naturaleza y entre los más importantes encontramos el cuarzo, el granate, el esmeril y el diamante. El cuarzo como abrasivo es conocido por el nombre de arena silícea y es de bajo costo, razón por la que sea el más utilizado. Este material se utiliza para fabricar telas de esmeril, hojas y velcros, bandas, discos de corte y pulido, gratas, ruedas de esmeril, discos flap, bloques copas y conos.

En el grupo de abrasivos sintéticos, fabricados a partir de procesos en los que se emplean diferentes materias primas y reactivos químicos encontramos el óxido de aluminio, el carburo de silicio, el nitruro de boro cúbico y el diamante sintético. El óxido de aluminio, también llamado corindón es el más utilizado para fabricar herramientas abrasivas. Se trata de un grano de alta dureza. Es un material de larga duración y puede fracturarse bajo presión para producir nuevas aristas cortantes, altamente recomendable para trabajar con materiales blandos. Por otra parte, el carburo de silicio o carborundo se procesa en un horno eléctrico a altas temperaturas a partir de arena de sílice, sal, aserrín y coque residual de petróleo dando como resultado una masa de cristales de alta dureza.

 

 

 

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